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Con una población envejeciendo rápidamente, el declive de China será gradual, pero sostenido

Los líderes chinos han apostado durante mucho tiempo en políticas a la suposición de un Oriente en ascenso y un Occidente en declive, pero China ya pasó su mejor momento y la brecha entre su fuerza demográfica y económica en declive y sus ambiciones estratégicas en expansión, ahora constituyen un riesgo geopolítico importante.

La última vez que China experimentó una disminución de la población fue durante el Gran Salto Adelante, un impulso una campaña de medidas económicas, sociales y políticas implantadas entre 1958 y 1961, durante la dictadura de Mao Zedong, con el objetivo de transformar la tradicional economía agraria china a través de una rápida industrialización y colectivización y produjo una hambruna masiva que mató a decenas de millones de personas.


Las autoridades chinas reconocieron oficialmente que su población comenzó a disminuir el 2022, aproximadamente nueve años antes de lo que habían proyectado los demógrafos chinos y las Naciones Unidas donde las implicaciones son difíciles de cuantificar en sus políticas económicas, exteriores y de defensa que claramente se basan en datos demográficos defectuosos.


Los economistas del gobierno chino habían pronosticado que para 2049, su PIB per cápita habría llegado a la mitad o incluso a las tres cuartas partes del de Estados Unidos, mientras que en realidad su PIB total habrá crecido solo al doble del PIB americano con pronósticos que asumieron que la población de China sería cuatro veces mayor que la de Estados Unidos en 2049. Las cifras reales ya nos cuentan una historia muy diferente y con predicciones erróneas que no afectan solo a China, sino que implican un efecto geopolítico que podría alterar el orden global existente y donde el envejecimiento de la población será un gran lastre permanente para la economía de China.

De manera similar, debido a sus poblaciones jóvenes, Taiwán y Corea del Sur lograron una rápida convergencia económica durante más de cinco décadas, con un PIB per cápita que se disparó del 5 % del nivel de Estados Unidos en 1960 al 42 % y 53 %, respectivamente, en 2014. Pero ambos países, desde entonces, las economías se han estancado a medida que su fuerza laboral se ha reducido, lo que las coloca en camino de caer por debajo del 30% del PIB per cápita de Estados Unidos.


Un promedio de 23,4 millones de nacimientos por año de 1962 a 1990 hizo de China “la fábrica del mundo” y la fuerza laboral en edad productiva de China comenzó a reducirse en 2012.


La población de China en realidad ha estado disminuyendo desde 2018, lo que demuestra que la crisis demográfica es mucho más grave de lo que se pensaba anteriormente y significa que la verdadera crisis demográfica de China va más allá de la imaginación y que todas sus políticas económicas, sociales, de defensa y exteriores del pasado de China se basaron en datos demográficos defectuosos.


Además de los desafíos demográficos, China compite cada vez más económicamente con Estados Unidos que ha bloqueado el acceso de empresas chinas a la tecnología americana, citando preocupaciones de seguridad nacional y competencia leal.


Mientras tanto, China está invirtiendo fuertemente en inteligencia artificial y robótica para compensar el lastre económico del envejecimiento. Pero estos esfuerzos solo pueden llegar hasta cierto punto, porque la innovación continua depende de las mentes jóvenes. Además, los trabajadores robotizados no consumen, y el consumo es el principal motor de cualquier economía. El declive de China será gradual. Seguirá siendo la segunda o tercera economía más grande del mundo durante las próximas décadas.


La enorme brecha entre su debilitamiento demográfico y económico y sus crecientes ambiciones políticas puede hacerlo muy vulnerable a errores de juicio estratégico.

Los recuerdos de la gloria pasada o el miedo a perder el estatus podrían llevarlo por el mismo camino peligroso que Rusia ha tomado en Ucrania.


Los líderes de China deberían prestar atención a las lecciones de la invasión fallida de Rusia y despertar de su irreal “sueño chino” de rejuvenecimiento nacional. El enfoque de política actual del gobierno chino es una fórmula ideal para el colapso demográfico y civilizatorio. Las implicaciones geopolíticas son obvias. Si las principales potencias son sabias, cooperarán de buena fe para forjar un orden global duradero antes de que ya no tengan el poder para hacerlo.


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