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El eslabón perdido de la recuperación pospandémica

La confianza será clave para la recuperación de la pandemia y la recesión del COVID-19. Sin embargo, durante los últimos diez años, la confianza de las personas en los gobiernos, las instituciones públicas y privadas ha disminuido en muchas de las economías avanzadas.

La confianza absoluta de hoy no debería sorprendernos. La crisis actual no solo es mundial y sin precedentes en muchos sentidos, sino que también es muy ambigua. Si bien la emergencia de salud pública se ha intensificado y provocado un colapso en la economía real, los mercados financieros se han disparado. Al igual que con la crisis financiera mundial de 2008, la pandemia del COVID-19 ha debilitado decisivamente la confianza del público en la experiencia. Han proliferado las teorías de la conspiración y la retórica política que rechaza la ciencia. Pero si el público no confía en las recomendaciones de científicos y expertos financieros, la crisis se prolongará.

La confianza puede prevalecer, pero solo si empezamos a trabajar hacia un nuevo paradigma económico e institucional. Y eso significa abordar de frente el creciente escepticismo del público hacia la mayoría de las principales instituciones, desde los bancos centrales y las organizaciones financieras internacionales hasta la Organización Mundial de la Salud y el mundo académico, sin mencionar las grandes tecnologías. Estas dudas ya no se concentran solo entre los populistas y los marginados de la sociedad.

Nunca antes se había puesto tanto dinero a disposición de tantas personas con tanta rapidez. En el espacio de unos pocos meses, ya hemos ido mucho más allá del libro de jugadas posterior a 2008. La movilización de recursos financieros a una escala sin precedentes ha demostrado el gran poder de las finanzas para proteger o reorientar economías enteras. Sin embargo, al destacar la creciente desconexión entre Wall Street y Main Street, también ha provocado desafíos políticos.

Esto solo puede durar mientras haya suficiente confianza en el sistema. Si la confianza del público en los bancos centrales se evaporara repentinamente, el sistema financiero colapsaría. Y si un número suficiente de personas se negara repentinamente a seguir tolerando el enriquecimiento continuo de unos pocos mientras que los muchos se empobrecen, la democracia liberal también estaría en peligro.

Se pueden emitir advertencias similares con respecto a las ciencias. Nunca antes de la pandemia la investigación y el intercambio de datos se habían producido a un ritmo tan rápido. Nunca antes se habían reunido tantas personas de tantos países para perseguir el mismo objetivo: el desarrollo de una vacuna segura y eficaz. Esta movilización masiva es emocionante de contemplar, pero también es preocupante en el clima actual.

En el plazo inmediato, la creciente desconfianza de los expertos médicos amenaza con reducir la eficacia de la vacunación contra el COVID-19.

A nivel mundial, también existen dudas sobre si las vacunas se distribuirán de manera equitativa y de acuerdo con las necesidades reales. Y, en el contexto más amplio de la disminución de la confianza en la experiencia, uno se pregunta si se mantendrán los niveles actuales de financiamiento de la investigación en ciencia y medicina. La investigación científica y tecnológica será esencial para abordar problemas desde el cambio climático hasta la desigualdad, y existe una necesidad creciente de dispositivos médicos inteligentes, sistemas de aprendizaje remoto y nuevos medicamentos y antibióticos para evitar futuras crisis de salud pública.

Dados los riesgos, simplemente no podemos permitirnos una mayor erosión de la confianza pública. Para los líderes en finanzas y ciencias, la tarea ahora es desarrollar reglas de tránsito transparentes y sólidas, de modo que los procesos de toma de decisiones sean claros y evaluables para los legisladores, los medios de comunicación y el público en general. El objetivo general debería ser empoderar a las personas y restaurar su confianza. Eso significa explicar lo que está en juego, desarrollar una verdadera responsabilidad y reconocer lo que no funciona. En un entorno de medios que es cada vez más propenso a la desinformación y al pensamiento de 280 caracteres, los líderes en finanzas y ciencia deben involucrar al público de manera proactiva.

Pero no debemos engañarnos pensando que el sistema simplemente necesita ser reparado.

Es necesario un rediseño completo para asegurar que nuestras instituciones estén al servicio del bien común.



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