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El zigzag cambiante de la economía 2021 y hacia adelante

La economía global y el capitalismo se encuentran en una encrucijada debido a la pandemia de Covid 19, el cambio climático, el auge de la tecnología digital y la naturaleza cambiante de los mercados laborales. Comprender este nuevo mundo requerirá grandes avances en el pensamiento económico y un examen más detenido de algunos de los supuestos centrales de la actualidad.


El Covid 19 nos ha obligado a un estructura mental del tipo de “aprender haciendo cada nuevo día". Hemos aprendido a dar conferencias y realizar conferencias con Zoom y a tomar decisiones complejas en reuniones realizadas a través de teleconferencias. Las personas se han dado cuenta de que han pasado más tiempo del necesario en la oficina y que pueden hacer gran parte de su trabajo desde sus casas. Y también hemos aprendido a comprar a distancia a través de las plataformas digitales.


Como resultado, la demanda de oficinas y locales comerciales caerá, incluso después de la pandemia. Y debido a que más personas tendrán la libertad de trabajar de forma remota, los precios de las propiedades subirán gradualmente donde antes eran bajos y caerán donde estaban altos, lo que conducirá a una mayor nivelación.


Por otro lado, las disparidades salariales aumentarán, porque el mercado laboral tenderá a ser más común con una mayor competencia por el talento. Más importante aún, la globalización, después de algunos tropiezos iniciales, se acelerará, con un rápido crecimiento en la subcontratación entre países. Es probable que esto tenga un efecto significativo en los mercados laborales, las políticas nacionales y la naturaleza del conflicto.


Comprender este nuevo mundo requerirá grandes avances en el pensamiento económico. La economía normalmente procede impugnando los axiomas y supuestos explícitos sobre los que se basa la teoría. Pero todas las disciplinas científicas también tienen supuestos ocultos que están tan profundamente arraigados que no los declaramos explícitamente y, a menudo, olvidamos que existen. Había otras suposiciones que se daban por sentadas, simplemente parte por ser parte de la estructura de la economía, incluida la simetría del conocimiento entre compradores y vendedores.

Uno de los mayores avances de la economía moderna fue la idea de que el conocimiento a menudo es asimétrico y que esta asimetría puede romper la mano invisible del mercado. Este gran avance le valió a Joseph Stiglitz, George Akerlof y Michael Spence el premio Nobel de Economía en 2001 y condujo a nuevas formas de regulación que hicieron posible la economía moderna. Muchas de nuestras regulaciones sobre control de calidad y estándares de productos se deben a este avance, que demostró definitivamente que la mano invisible del mercado no puede garantizar estándares cuando la información es asimétrica.


Queda por ver qué forma tomarán los nuevos descubrimientos intelectuales económicos y qué regulaciones necesitaremos para aplicarlos. Lo que está claro es que la tensión que la humanidad ha impuesto al medio ambiente significa que el crecimiento, tal como lo conocemos actualmente, no puede sostenerse. Pero eso no significa que tengamos que aprender a vivir con un menor crecimiento. De hecho, creo que el crecimiento futuro será más rápido de lo que hemos visto hasta ahora.


Será un error pensar que un menor crecimiento se deba a un malentendido común del PIB, el ingreso per cápita de cada país. A menudo se considera que un PIB más alto indica un consumo y un consumismo más gastador del tipo que estamos viendo en la actualidad. Pero ese no tiene por qué ser así, y no debe ser así.


El consumo de más arte, música y aprendizaje, así como una mejor salud y una mayor longevidad, son todos componentes del PIB y además, pueden ser respetuosos con el medio ambiente. La reforma de nuestro sistema regulatorio puede fomentar un rápido crecimiento del PIB con una cantidad de trabajo dirigido a actividades creativas. La naturaleza de los cambios para un nuevo mundo es un tema importante, pero los responsables de la formulación de políticas deberán concentrarse en planes que fomenten la creatividad, porque el trabajo rutinario se automatizará cada vez más; alejar el consumo de bienes que derrochan el medio ambiente; y redistribuir la riqueza radicalmente para reducir las desigualdades.


Cuando se discuten asuntos como el cambio climático y las desigualdades globales actuales, estamos invitando a la gente a que se preocupe por los demás. En otras palabras, no deben preocuparse únicamente por su propio bienestar, sino también por el bienestar de los más necesitados a nivel mundial y de las generaciones futuras que se verán afectadas por nuestras decisiones.


El futuro de los países depende de la forma como los pueblos organizan sus sociedades. Sus instituciones económicas son esenciales, pero las instituciones políticas son las más determinantes. Las naciones podrían fallar porque sus instituciones son débiles y excluyentes y puedan privilegiar a unos grupos de la sociedad por encima de otros y concentrar el poder en una élite que actúa para su propio beneficio.

Cuando las estructuras no crean los incentivos necesarios para que la gente ahorre, invierta, se eduque, innove y acceda a nuevas tecnologías, el poder estará siempre en la raíz del fracaso.


La importancia de las instituciones políticas radica en que de ellas depende la capacidad de los ciudadanos para controlar e influir y sacar provecho propio. Si son fuertes e incluyentes, impiden que haya personas que abusen del poder para acumular sus propias fortunas y llevar a cabo sus propias agendas en perjuicio del resto de la sociedad.


Un punto fundamental es la capacidad del Estado para regular y gobernar la sociedad e impedir que se concentre el poder y la riqueza en manos de pocos. Solo con instituciones políticas inclusivas que protejan la propiedad privada, estimulen la innovación emprendedora y generen incentivos para todos por igual, se puede salir del subdesarrollo. Es decir, de cómo se organice la política dependerá cómo funciona la economía.


El camino hacia adelante no será fácil. Los economistas y la sociedad en su conjunto deben hacer frente a profundos desafíos intelectuales y morales para enfrentarse al mundo cambiante. Los seres humanos lo han hecho antes.
Todos podemos esperar que nuestra inteligencia y resolución nos permitan volver a hacerlo.


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