La nueva urgencia de una gobernanza tecnológica global
La probabilidad de tener un cambio de gobernanza global, impulsado por los confinamientos de la pandemia, la digitalización y la aceleración de la Cuarta Revolución Industrial es muy grande. Los líderes tecnológicos mundiales serán los nuevos líderes geopolíticos donde veremos una gran competencia por el dominio de sectores de avanzada, como la inteligencia artificial. La carrera tecnológica de la Cuarta Revolución Industrial será el principal factor que determine los acuerdos económicos y políticos globales del futuro post pandémico.
En la actualidad, Estados Unidos sigue siendo la principal potencia de inteligencia artificial y China lo sigue bastante de cerca, pero están apareciendo nuevos actores como Rusia e India.
Los estudios muestran que China está impulsando tres frentes clave: hardware, investigación y sector comercial y ya ha invertido cerca de $300 mil millones en chips, autos eléctricos y una estrategia de innovación nacional con gigantes tecnológicos de vanguardia, como Baidu, Alibaba y Tencent.
Los países europeos y asiáticos también buscan innovar en la Cuarta Revolución Industrial. Inglaterra se encuentra en el nivel superior de países mejor preparados para la inteligencia artificial, gracias a la calidad de la investigación de sus universidades y a su financiamiento público. De manera similar, varios países de Asia han demostrado una evidente ventaja en cuanto a difusión tecnológica y densidad robótica. Con 774 robots por cada 10.000 trabajadores, Corea del Sur está muy avanzada, y Japón, ya predomina en la industria automotriz como líder en vehículos autónomos.
La pandemia ha acelerado las tendencias hacia la digitalización, adoptando un conjunto de tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial para rastrear, trazar, pronosticar, diagnosticar y contener el virus, además de hacer posibles el teletrabajo, el comercio electrónico y otros cambios conductuales. Los investigadores usan inteligencia artificial para detectar nuevos brotes de Covid e impulsar la investigación de tratamientos efectivos o una vacuna.
Pero todo lo anterior hace necesario contar con una mayor claridad normativa a nivel global para generar acciones que eviten “nacionalismos” de la vacuna así cumplir con la necesidad de mejorar procesos para el uso compartido de los datos y las soluciones tecnológicas más allá de las fronteras de cada país.
El mundo observa como se ha dado gran atención a la rivalidad entre chinos y americanos y no hemos aprovechado esta oportunidad para que los países en desarrollo amplíen su propia adopción de tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial.
Para capitalizar plenamente estas oportunidades se requerirá más coordinación entre los sectores público y privado y las instituciones multilaterales. Por su propia naturaleza, la competencia por la Cuarta Revolución Industrial tienta a los países a usar su poder económico para la definición de los estándares internacionales. En una era caracterizada por los datos, la manera en que los gobiernos líderes definan sus enfoques regulatorios en asuntos clave como la privacidad individual, afectará a todo el orden económico global por décadas.
Esta dinámica ya es evidente en cómo diferentes países han adaptado el uso del reconocimiento facial por inteligencia artificial y las herramientas digitales de trazabilidad de contactos durante la pandemia. En Corea del Sur y China estas tecnologías se adoptaron ampliamente desde temprano, y han sido eficaces para limitar la propagación del virus, pero indiscutiblemente a expensas de la privacidad individual.
Por el contrario, Estados Unidos no ha podido usar estas herramientas, porque todavía tiene que adoptar reglas y estándares claros de privacidad de los consumidores, seguridad de datos y propiedad digital en la Cuarta Revolución Industrial. La falta de un sistema nacional sigue siendo uno de los mayores obstáculos para capitalizar el potencial de la inteligencia artificial y el big data.
La competencia entre Estados Unidos y China ha empujado la seguridad nacional y las prioridades comerciales a los primeros lugares de la agenda, haciendo que asuntos de gobernanza básicos adquieran significación geopolítica. Sin embargo, no se puede gobernar una industria tecnológica global sin consenso global.
La crisis del Covid es una oportunidad histórica para definir el futuro de la cooperación internacional. La pregunta de cómo regular y usar las nuevas tecnologías no se limitará a un sector industrial ni a un país en concreto. Los beneficios de cooperar en la Cuarta Revolución Industrial, comenzando por la colaboración en el desarrollo e implementación de una vacuna, podrían ser de gran alcance, pero para lograrlos será necesaria una búsqueda de terreno común con amplitud de miras y buena fe.
Ahora más que nunca, la gobernanza y la regulación de un mundo digital híper conectado deben ponerse a la altura de nuestras necesidades.
