Llegó la pandemia y, junto con ella, las instrucciones de confinamiento y de trabajo desde la casa. Muchos CEO’s comenzaron a cuestionar sus números iniciales y se dan cuenta que sus ejecutivos y empleados ahora están felices de seguir trabajando desde sus casas.
Esto es sólo la punta del iceberg a través del mundo. Desde nuevas empresas y gigantes tecnológicos hasta empresas de Wall Street de la vieja escuela y compañías de Europa, están reconsiderando el rol del espacio de las oficinas y si verdaderamente lo necesitan.
Antes del Covid, una oficina era una forma de pavo real corporativo, una ubicación llamativa en algún edificio icónico con un nivel de diseño de hotel boutique para clientes, empleados, clientes e inversores. En la actualidad, se está convirtiendo en un artículo de línea muy caro que podría reducirse a una mínima expresión. Todo el trabajo se puede hacer virtualmente, con una base de operaciones simbólica reducida para conversaciones críticas cara a cara, como reunirse con clientes o conquistar nuevos talentos. Y ese espacio no será mucho más grande que el promedio de una tienda de Starbucks.
Es algo que nadie podría haber previsto a principios de 2020. Después de una década de expansión económica, los arriendos comerciales habían aumentado de una manera excesiva.
Ahora, el experimento masivo de trabajo desde la casa ha obligado a muchas empresas a salir de su zona de confort, empujándolas a realizar pequeñas inversiones necesarias en infraestructura virtual. Incluso muchas entidades bancarias y financieras se han adaptado, encontrando soluciones a los obstáculos de seguridad que anteriormente impedían una fuerza laboral distribuida. Muchas de estas empresas se están dando cuenta de que no solo da menos miedo de lo que imaginaban, sino que sus empleados son en realidad más productivos y que realizan jornadas laborales más largas. Las empresas se están cambiando a un modo de supervivencia buscando reducción de costos en todas las áreas posibles, y el enorme costo fijo del espacio en oficinas será, para muchos, una decisión de eliminar este activo de sus mentes, al menos como las conocíamos.
Y así se vendrá el éxodo del espacio de oficinas hacia el trabajo en las casas. A medida que nos instalamos en la idea de que las cosas podrían no volver a la normalidad hasta el año 2022, las ciudades ya están empezando a perder oportunidades versus la vida en los suburbios. La gente pagaba un valor más alto por vivir en la ciudad por la vida citadina y la textura cultural que ofrece y por la cercanía a sus trabajos y ahora, con la nueva capacidad de trabajar desde cualquier lugar, impulsará a que la gente prefiera salir de las ciudades caras en busca de lugares más espaciosos y asequibles en los suburbios.
Por lo tanto, por regla del mercado, los arriendos de las oficinas en las grandes ciudades, que alguna vez fueron apreciados por su densidad y opciones de transporte masivo, ahora deberán luchar por adaptarse a la era del distanciamiento social y podrían comenzar a cambiar.
La pandemia puede poner fin al concepto de grandes torres donde los inmobiliarios generaban buenos retornos por cada metro cuadrado de terreno de inversión que incluían ascensores seguros y rápidos para llegar a los pisos superiores con vistas espectaculares y alejados del ruido de la calle. Las oficinas se volvieron cada vez más lujosas e incluían todo tipo de obras de arte y esculturas.
En la actualidad, es difícil imaginar que las personas compartan el mismo aire de un ascensor para llegar a estos espacios. La probable reorganización podría tener consecuencias de gran alcance porque los bienes raíces comerciales han estado en la mente durante mucho tiempo en los grandes fondos de pensiones y las personas que buscan ingresos confiables, dos grupos que podrían ver una reducción de parte de sus inversiones.
La crisis actual pondrá una cuota de incertidumbre a los bienes raíces comerciales, cambiando todo; con nuevos términos de arrendamiento, nuevas formas de administración y de financiamiento. Por ahora, veremos como la industria de las oficinas se centra en el rediseño de los espacios para una nueva realidad de distanciamiento social, reutilizando las salas de conferencias con escritorios, agregando puertas sin contacto y sensores de temperatura, y reorganizando los muebles y la señalización para dirigir a las personas en el sentido de las agujas del reloj a través de los espacios demarcados.
La complejidad logística de generar estos cambios es de tal magnitud, que la empresa de servicios inmobiliarios Cushman & Wakefield creó un manual de 300 páginas para ayudar a 10.000 clientes a volver a trabajar en China.
Los estudios de arquitectura del mundo predicen un gran cambio y ya están pensando en el diseño de muebles tipo “navaja suiza” que se podrán modificar fácilmente para múltiples usos. Habrá sillas con una superficie pequeña en la que se podrá apoyar un computador para tomar notas durante una reunión y otros usos múltiples. Podemos anticipar que las oficinas ya no serán lugares donde las personas se reúnan para hacer su trabajo en paralelo, sino que serán espacios donde reciban “visitas” que colaborarán con sus equipos.
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