Vivimos en una era digital. Sin embargo, el planeta en el que vivimos no es digital; es físico y sus recursos son finitos. Como resultado debemos tener en cuenta que cualquier compensación entre la transformación digital y la sostenibilidad debe generarse con sumo cuidado, no solo en términos de valor para las empresas y la sociedad, sino también en el costo que tendrá para la Tierra.
Las empresas en la nube y los operadores de centros de datos están avanzando a pasos agigantados para reducir su huella de carbono y será fundamental que tengan la conciencia del impacto ambiental que se originan en esta transformación digital.
En tiempos de pre-pandemia, la transformación digital y la sustentabilidad aparecían juntas en la parte superior de la agenda empresarial. Una investigación de los auditores Tech-Clarity (1) encontró que el coronavirus hizo que el 38% de las empresas a nivel mundial disminuyera la atención sobre la sostenibilidad ambiental, mientras que el 18% lo suspendió por completo. La misma encuesta encontró que el 46% de las empresas han aumentado su enfoque en la digitalización. La tendencia es comprensible en cómo se están enfocando en resolver las prioridades inmediatas en una dirección con dirección a la digitalización como un salto en la dirección correcta producto de la reducción de la dependencia de los viajes, el uso del papel, y al aumento de la capacidad para colaborar virtualmente. Vemos de esta manera que las empresas claramente están reduciendo de manera efectiva su huella de carbono.
El primer conflicto potencial a resolver será la huella de carbono de la propia infraestructura digital. Según la Agencia Internacional de Energía (2), los centros de datos representaron alrededor de 200 teravatio-hora (TWh) de consumo de electricidad en 2019, aproximadamente el 1% del uso global. Sin embargo, el tráfico mundial de Internet aumentó casi un 40% entre febrero y mediados de abril del 2020.
Varios grandes proveedores de la nube, como AWS y Google, ya compran gran parte de sus requerimientos energéticos provenientes de energía solar y eólica.
Sin embargo, el carbono no es la única métrica de éxito aplicable a la transformación digital y la sustentabilidad. Gran parte de la energía requerida necesita refrigeración y estos centros que se ubican dentro del Círculo Polar Ártico, requieren miles de millones de litros de agua que a su vez generan un estrés hídrico, siendo un factor de riesgo climático creciente.
Los requisitos de almacenamiento de electricidad de los dispositivos digitales móviles con baterías recargables también conllevan impactos ambientales, incluido el agotamiento de los recursos y la extracción de minerales en la fabricación, además de la eliminación o el reciclaje al final de su vida útil.
El impacto continuo es donde reside el peligro real, ya que la energía y el agua escasean. Necesitamos una visión más holística
Al ver esta simbiosis de transformación digital y sustentabilidad, la pregunta es saber si las empresas realmente consideran el impacto ambiental en la etapa de diseño y construcción de sus centros de datos. Si se diseña correctamente, el efecto neto de las ganancias de eficiencia a través de la digitalización, debería tener un impacto inmensamente positivo en la lucha contra el cambio climático.
(2) https://www.iea.org/
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