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Señales de alerta temprana de una desaceleración económica en 2023

El dolor ha sido intenso.

El índice S&P500 cayó casi una cuarta parte en su punto más bajo borrando más de 10 billones de dólares en valor de mercado. Los bonos del gobierno americano, por lo general un refugio de las acciones, se han arruinado. Los Bonos del Tesoro se dirigen a su peor año desde 1949. El oro no brilla y solo las materias primas tuvieron un buen año, debido a la invasión rusa a Ucrania. Nos habíamos acostumbrado a la baja inflación.


Después de la crisis financiera mundial del 2009, los bancos centrales redujeron las tasas de interés en un intento por reactivar la economía y a medida que las tasas cayeron y se mantuvieron bajas, los precios de los activos aumentaron y se afianzó un mercado alcista en todo lo que nos imaginábamos.


El S&P500 se multiplicó por siete entre 2009 y su máximo en 2021, los capitalistas de riesgo giraban cada vez montos más grandes para todo tipo de nuevas empresas. Los mercados privados de capital, la infraestructura y los préstamos privados de todo el mundo se cuadruplicaron en tamaño en esta misma línea de tiempo.

Llegó el 2022 y el mundo cambió totalmente y la reversión dramática fue provocada por el aumento de las tasas de interés. La Reserva Federal endureció su política monetaria y muchos bancos centrales del mundo siguieron en la misma línea donde la causa subyacente ha sido el resurgimiento de la inflación con precios al consumidor aumentando a un ritmo anual en los números más increíbles que hemos visto en cuatro décadas.


En particular, la típica cartera 60/40, compuesta por un 60% de acciones y un 40% de bonos, una opción popular para los inversionistas que buscaban un buen rendimiento sin correr grandes riesgos, ha tenido un rendimiento deplorable y tuvieron su peor año desempeño desde 1937.


Esta nueva época en la que estamos entrando con el costo del dinero mucho más caro, exige un cambio en la forma en que los inversionistas se acercarán a los mercados, donde todos nos deberemos esforzar a adaptarnos a las nuevas reglas.


Las pérdidas de capital del 2022 tienen un lado positivo, pensando en que los rendimientos reales futuros han aumentado y nos resulta fácil de comprender, considerando que los valores del Tesoro protegidos contra la inflación tienen rendimientos que son un indicador de los rendimientos reales libres de riesgo.


Obviamente, ninguna no existe ninguna ley que dicte que los precios de los activos que han caído mucho, no puedan seguir cayendo mucho más. Los mercados están nerviosos a la espera de señales de la FED sobre el ritmo de las subidas de tipos de interés y si pensamos que una recesión dura en Estados Unidos se palpita en el horizonte, veremos como las ganancias se reducirán enormemente, lo que provocaría una huida del riesgo y haría bajar los precios de las acciones. Sin embargo, veremos inversionistas alegres que aprovecharán la caída de los precios de las acciones y comprarán muchas oportunidades. Los inversionistas nerviosos o sin liquidez venderán y se arrepentirán en el futuro y aquellos con la habilidad, los nervios y mucho capital, aprovecharán los mayores rendimientos esperados y tendrán ganancias significativas.


El horizonte de los inversionistas se han acortado y con tasas de interés más altas, el valor presente de los flujos de ingresos futuros cae con un duro golpe a los precios de las acciones de las empresas de tecnología, que prometen beneficios abundantes en un futuro lejano, incluso cuando sus modelos de negocio están recién empezando en el mercado mundial. Las cotizaciones de las acciones de las cinco mayores tecnológicas, que suponen una quinta parte de su capitalización bursátil, han caído un 40% este año.


A medida que la balanza se incline desde las empresas nuevas hacia las antiguas, los modelos comerciales aparentemente agotados, como la banca europea, encontrarán una nueva oportunidad de vida. No todas las empresas se quedarán sin financiamiento, pero los montos serán más pequeños y los inversionistas tendrán menos paciencia con las empresas con altos costos iniciales y ganancias a muy largo plazo.


Las estrategias de inversión cambiarán definitivamente. La caída de los mercados es el resultado de un régimen macroeconómico de décadas que se desmorona.


Un enfoque desde la década de 2010 que era usualmente usado incluía una combinación de la inversión pasiva en índices en los mercados públicos con la inversión activa en los privados, lo que hizo que grandes cantidades de dinero fluyeran hacia el crédito privado. Las inversiones privadas de alto costo merecen un análisis más detallado ya que debido a que los activos de los fondos privados no se negocian, los administradores tienen amplia discreción sobre el valor que les asignan. Son notoriamente lentos a la hora de rebajarlos, quizás porque sus tarifas se basan en el valor de la cartera. Sin embargo, la caída del valor de las empresas que cotizan en bolsa finalmente se sentirá incluso en las empresas privadas. Con el tiempo, los inversionistas en activos privados que pensaron que habían evitado el desplome de los mercados públicos también enfrentarán pérdidas.


En definitiva, los inversionistas deberán familiarizarse con el nuevo régimen de tasas de interés más altas y capital más escaso. Esto no será fácil, y deberemos tener una visión a largo plazo con las inversiones donde esta “nueva normalidad· tiene a la historia de su lado con una era del dinero barato que se extinguirá por varios años. Como resultado, el libro de reglas de inversión se está reescribiendo. Proteger las carteras de la inflación, que alguna vez fue una preocupación periférica, ahora será una consideración primordial.


Es probable que la economía de Estados Unidos comience a sentir los efectos del endurecimiento de la política del 2022 en el 2023, ya que los efectos económicos de los cambios en la política monetaria tienden a retrasarse entre seis y doce meses. No solo veamos el enfoque de las subidas de tipos de la FED, sino que demos una fuerte mirada a la actividad de los consumidores que determinarán el momento y la profundidad de la desaceleración económica.


Una caída mundial de la electrónica está llevando a Asia contra la pared y medida que el mundo gasta menos en dispositivos caros, el centro de fabricación más activo del mundo se está hundiendo. Los datos publicados en diciembre mostraron una caída interanual del 9% en las exportaciones chinas en noviembre, una caída mucho más pronunciada de lo esperado por los mercados. El arrastre de China puede comenzar a disminuir en algún momento del próximo año, pero lentamente en el mejor de los casos y la recuperación de la segunda economía más grande del mundo podría llevar muchos meses e incluso un par de años. El cambio también es una mala noticia para Corea del Sur, el productor más grande de los chips de memoria que se encuentran en las computadoras de todo el mundo. Sus exportaciones de bienes a Japón se redujeron un 18% interanual en noviembre 2022.


Se avecinan tiempos difíciles para muchos inversionistas. Quizás el impacto más sombrío es sobre aquellos que están cerca de jubilarse. Con menos tiempo para recuperar las pérdidas recientes, este grupo de inversionistas están expuestos a las vulnerabilidades debido a las perturbaciones del mercado. Peor aún, para mitigar esto, la típica recomendación era mantener el tipo de carteras con muchos bonos, activos que han estado entre los más afectados de este año. Su corto horizonte de inversión para los próximos años podría significar que los rendimientos futuros pueden hacer muy poco para restaurar sus inversiones.


El camino hacia el año 2025 nos muestra un crecimiento global más lento, una convergencia de los mercados emergentes liderada por las potencias de Asia y un par de años con una economía excepcional de Estados Unidos que es muy poco probable que se repita en el futuro.


Finalmente, cuando se trata del cambio climático, muchos países han podido desvincular las emisiones de carbono y el crecimiento económico, lo que indica que debería ser factible para la economía mundial lograrlo en su conjunto. Pero esto no significa que será fácil. Lograr un crecimiento sostenible requiere sacrificios económicos y una respuesta coordinada a nivel mundial, los cuales serán políticamente difíciles de lograr.


Sigo optimista viendo un futuro mejor, pero deberemos incluir en nuestra mentalidad nuevas condiciones que llegaron para quedarse por mucho tiempo.



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