Una luz a la salida del túnel para el 2050
En la trayectoria actual de desarrollo, la economía mundial en 2050 podría duplicarse y con ese número en mente, el equilibrio del poder económico cambiará.
Los avances en tecnología en China y la fuerza laboral creciendo en la India, los convertirán en los mayores contribuyentes al crecimiento global. El envejecimiento de la población y la dificultad para impulsar la productividad, enfrenta a Estados Unidos, Japón, Alemania e Inglaterra a un crecimiento más lento y tendrían un papel mundial cada vez más reducido.
Sin embargo, un pronóstico de referencia está lejos de ser una conclusión inevitable. La trayectoria actual conducirá a cambios profundos en el orden geopolítico. Pero no todos los países acogerán con agrado ese resultado. Algunos países ya están ajustando sus políticas para evitarlo y esos cambios podrían poner a la economía mundial en un camino diferente.
Las relaciones entre Estados Unidos y China están en su punto más bajo en una generación, se avecina una salida británica potencialmente caótica de la Unión Europea y la pandemia ha creado nuevas preocupaciones sobre las cadenas de suministro a través de las fronteras. Es fácil encontrar pruebas de una creciente preocupación por los costos de la globalización.
El aumento de los flujos comerciales y los niveles más altos de inmigración han sido buenas noticias para los dueños del capital y malas noticias para los trabajadores manuales sin empleo. El impacto del Covid y la escasez de máscaras y equipos médicos que obstaculizaron la respuesta inicial, han convertido el control de las cadenas de suministro en un problema de vida o muerte. El rápido ascenso de China ha reorganizado las clasificaciones del PIB mundial y ha cambiado el equilibrio geopolítico, para preocupación de Estados Unidos y sus aliados.
El comercio mundial hace que la asignación de recursos sea más eficiente. Los flujos de capital entre los países respaldan la inversión que puede ayudar a las economías a crecer más rápido donde se fomentan el libre flujo de ideas y la innovación, haciendo retroceder la frontera tecnológica para las economías avanzadas y permitiendo que las economías emergentes se encuentren presentes.
La globalización es buena para el crecimiento. Si se detiene, o incluso retrocede, se perderá la producción potencial.
Según estudios de Bloomberg Economics, los costos de una reducción en la globalización no entregarán resultados por igual a los países donde los mercados emergentes, los mayores ganadores de las oportunidades de exportación y la transferencia de tecnología, pagarían el precio más alto. Las economías avanzadas sufrirían pérdidas menores y podríamos encontrar como mayores perdedores a Vietnam, Corea del Sur y China. El modelo de estudio de Bloomberg Economics, entrega un resultado con un retroceso en la globalización con valores que alcanzarían el 30% del PIB de 2050 para ese grupo de exportadores asiáticos, en relación con el resultado si los lazos globales continúan avanzando.
Estados Unidos, Francia e Inglaterra, en cambio, saldrían relativamente ilesos. Para las economías maduras y avanzadas, una reversión de la globalización reduciría el PIB de 2050 entre un 5 y un 10%.
La experiencia de finales de la década de 1990, cuando China buscaba reformas del tipo de gobierno que necesitaba instalar y Estados Unidos con Europa confiaron en sus propias capacidades para encontrar una manera de trabajar juntos, nos muestran que existen caminos a seguir.
Hoy, China se prepara para lanzar su decimocuarto plan quinquenal, vemos como la victoria de Joe Biden en las elecciones abren un nuevo conjunto de posibilidades políticas para Estados Unidos y una crisis del Covid que nos dejó al descubierto los costos de las fallas de coordinación entre los países del mundo que deben ser revisadas para minimizar costos futuros. Existe una oportunidad real para tomar un nuevo camino que nos conduzca a una mejor humanidad.
