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Narrativas económicas simplistas que engañan mucho más de lo que ilustran

A medida que la inflación disminuya gradualmente en el mundo, ha surgido la afirmación de que las presiones inflacionarias actuales son el resultado de un shock de oferta temporal. Si bien esta tesis puede ser reconfortante, también podría alentar una complacencia peligrosa, haciendo que un problema ya serio, sea mucho más difícil de resolver.


Casi dos años después del actual brote de inflación, el concepto de inflación transitoria está regresando a medida que se disipan los shocks de oferta relacionados con el Covid y llega en un momento en que es de vital importancia mantener la mente abierta sobre la trayectoria de la inflación, evitando una narrativa transitoria demasiado simplificada que corre el riesgo de ocultar los problemas reales que enfrenta la economía norte americana.


Transitorio es una palabra reconfortante que sugiere un fenómeno reversible de corta duración. Críticamente, el concepto asume la necesidad de ajustar los comportamientos. Después de todo, si un susto inflacionario es solo temporal, la mejor manera de lidiar con él es simplemente esperar a que solo pase.


Por eso esta narrativa es particularmente peligrosa. Al alentar la complacencia y la inercia, podría exacerbar un problema muy grave y dificultar su solución.


La respuesta inicial de la Reserva Federal de Estados Unidos al aumento de la inflación es un buen ejemplo del uso de esta palabra. En 2021, el Banco Central más poderoso e influyente del mundo se apresuró a caracterizar el aumento de la inflación como transitorio y conservó ese enfoque incluso después de que los datos fueran en su contra, negándose a pivotar durante demasiado tiempo. La reiterada caracterización errónea de la Fed retrasó las respuestas políticas cruciales en un momento en que la persistencia de la inflación estaba comenzando a influir en la fijación de precios corporativos y las demandas salariales de los trabajadores. Como resultado, la Reserva Federal perdió credibilidad y si bien existen economistas que nunca han renunciado a la tesis de la inflación transitoria, la gran mayoría ya se dio cuenta el año pasado de que se trataba de un lamentable error analítico y de política. Eso hace que el resurgimiento actual de esta narrativa sea aún más desconcertante.


Aunque la inflación americana se ha ralentizado, es peligroso sugerir que el problema ha quedado atrás. De cara al resto del año y principios de 2024, podríamos estar frente una “desinflación” ordenada y en este escenario, la inflación continúa bajando de manera constante hacia el objetivo del 2% de la Fed sin dañar el crecimiento económico y el empleo de Estados Unidos, o la inflación se vuelve rígida con una tasa de inflación que continúa disminuyendo, para luego estancarse entre un 3 y un 4% durante la segunda mitad del año, donde los precios de los bienes dejan de caer; pero la inflación de los servicios sigue persistiendo, lo obligaría a la Fed a elegir entre ajustar la economía para reducir la inflación a su objetivo del 2% o ajustar la tasa objetivo para que sea más consistente con las condiciones cambiantes de la oferta.


Esta sensación de incertidumbre es evidente en las perspectivas a corto plazo de la actividad económica, los precios y la política monetaria, así como en los cambios estructurales a largo plazo, como la transición hacia la energía limpia, la reconfiguración de las cadenas de suministro mundiales y la naturaleza cambiante de la globalización. Las tensiones geopolíticas intensificadas también juegan un papel.


Pase lo que pase, lo peor que podemos hacer, es volver a caer en la complacencia. Las narrativas económicas simplistas, especialmente las reconfortantes que atraen a quienes buscan atajos, a menudo engañan mucho más de lo que ilustran.

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