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Por curiosidad y dando pasos muy pequeños, me fui convirtiendo en un futurólogo

Corría el 2013 y me recuerdo estar conversando que las grandes decisiones empresariales ya no las tomarían los expertos de las compañías, sino que el mundo corporativo usaría sistemas analíticos predictivos basados en grandes volúmenes de datos hacia el año 2020. También, incluía en mis tertulias una visión de los grandes cambios geopolíticos que se darían en Latinoamérica y con mucha más precisión, me adelantaba a presagiar el estallido social, el plebiscito que aprobaría la redacción de una nueva carta magna en Chile y finalmente, la elección de un gobierno de izquierda en la Moneda. No sabía de fechas exactas, ni de nombres de partidos políticos ni de personas, pero estaba seguro que vendría un gran cambio.


Comprender hacia dónde se dirige el mundo en los futuros meses o años es fundamental para las personas y las empresas, pero predecir el futuro es notoriamente más difícil.

No me preguntes quién ganará la lotería o el número de la ruleta en el casino. No se trata de hacer predicciones, sino de comprender hacia dónde se dirige el mundo. Para lograr esto, leo mucho y estudio los medios que me ayudan a identificar las tendencias que podrían dar forma a la forma en que viviremos y trabajaremos en los próximos cinco a diez años.

Me encontré siendo absorbido por la idea de pensar en el futuro, una disciplina muy holística, donde tienes que incluir todo en tu análisis; desde las artes y las ciencias hasta la geografía y la sociología. También, he aprendido que uno de los impactos más importantes en el mundo del mañana es el cambio de actitudes, pero además he encontrado que las lecciones del pasado son un indicador interesante para lo que podría suceder en los próximos años. El futuro cotidiano con los datos y los titulares de los medios sobre la forma en como las cosas son o deberían ser, apuntan a solucionar solo los problemas que orientados en el corto corto plazo. Para comprender el futuro; debo mirar la cultura y la visión del mundo en su conjunto, un paradigma que nos informa de que lo que pensamos si es real o no; con lentes cognitivos que finalmente me hace comprender y determinar el mundo basados en una visión más profunda centrada en lo sistémico de las causas sociales, económicas y políticas de la problemática.


En el camino que recorro, uso un tablero donde formulo mis hipótesis observando la planificación de escenarios, que me permite determinar que estrategia completamente diferente será la necesaria implementar al evaluar todas las probabilidades, y luego formulo un marco que brinde una línea de base a partir de la cual trabajar todos los escenarios posibles, teniendo en cuenta que una talla no sirve para todos. Incluyo más elementos como la demografía y examino los cambios de la población mundial y las ramificaciones potenciales que construyen para las generaciones futuras.

Incluyo una herramienta que la describo como la “imaginación inspirada” o la capacidad de observar el mundo y captar lo se podría llamar las señales débiles y en forma simple podría compararme a un explorador que pone su oído en la vía del tren para evaluar qué tan lejos se encuentra el tren por las vibraciones que hacía en las vías. Esta materia es esencial, ya que estos son los elementos fundamentales para detectar las señales débiles realmente que te darán las pistas de cómo será la vida dentro de 10 o 15 años.

Debo tener la humildad necesaria para considerar siempre a las materias que no están en ningún plan, como la crisis financiera del 2009, la aparición del Covid 19; entre otros.


El cambio se ha convertido verdaderamente en la norma. Los enormes avances en el campo de la tecnología digital, la tecnología genómica, las nanotecnologías y las neurotecnologías marcan la aparición de más temas aún. El crecimiento de China e India, y el declive relativo de los Estados Unidos sugieren que el mundo unipolar ha llegado a su fin.


El futuro es un lugar muy grande, se renueva constantemente y siempre hay muchas cosas nuevas por descubrir. El futuro es una espiral con partes lineales basadas en el progreso y otras partes cíclicas.


La historia humana también presenta una serie de periodos bisagra en los que las acciones de unos pocos pueden influir de manera espectacular. Es sobre todo en estos periodos donde las antiguas formas de comportamiento dejan de ser útiles y lo que antes tenía éxito deja de funcionar. Es muy probable que ahora mismo nos encontremos en esta fase.



Hagamos un pequeño zoom a los cambios que podríamos ver para inicios de la década de 2030: Todos los productos se habrán convertido en servicios donde no seremos dueños de nada, por ejemplo, usaremos autos por hora. El dominio norteamericano habrá terminado y habrá un grupo de países como Alemania, India y Japón que junto a Estados Unidos compartirán el dominio mundial. La Unión Europea como institución se redefinirá como una zona comercial más modesta que abarcará una parte más pequeña del continente. Continuará el declive de la competitividad de China en el mercado de exportación y el alto desempleo se convertirá en un desafío importante para el presidente chino. Será maravillo ver a la población comiendo mucho menos carne, los que cambiaremos por alimentos rediseñados para que sean más saludables. Los refugiados desplazados en el mundo que tienen un alto nivel educativo serán los directores ejecutivos de las empresas. Las ventas mundiales de vehículos eléctricos superarán los quince millones de unidades. El trabajo se revolucionará con la próxima era robopocalipsis y el futuro pertenecerá a los superprofesionales, la nueva generación de trabajadores que tiene una variedad de habilidades y puede adquirir nuevas habilidades rápidamente según las demandas del mercado.


El futuro, un viaje apasionante.



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